- Fed y Banxico, con prioridades diferentes.
La información económica estadounidense publicada la semana pasada confirmó de forma abrumadora el deterioro significativo de la actividad productiva.
En particular, la inesperada destrucción de empleos que se registró durante marzo anticipa la contracción del consumo de la población estadounidense, que sin duda va a liderar la tan temida recesión, que está más cerca que nunca. Aunado a ello, los indicadores de opinión de manufactura y servicios publicados por el Institute for Supply Management muestran que la producción en ambos sectores se contrajo durante todo el primer trimestre y, por tanto, reflejan el declive del aparato económico de nuestro vecino del norte. En efecto, el presidente del banco de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, reiteró que el crecimiento estaba en fuerte deterioro y que, por tanto, no se descartaba la posibilidad de una recesión en el primer semestre del año. No obstante, el caso mexicano ha divergido sorprendentemente de lo que está pasando en Estados Unidos, al menos en lo que va del año.
Como ya hemos comentado, en términos de la actividad económica, el primer bimestre del año ha arrojado un balance positivo. La producción automotriz ha sido el motor de la manufactura, permitiéndonos recuperar terreno en términos de producción industrial.
A su vez, las importaciones, tanto de bienes intermedios como de capital, han presentado avances significativos, sugiriendo un mayor dinamismo por parte de la actividad económica. En ocasiones anteriores hemos comentado que debido a las vacaciones de Semana Santa, los indicadores de la actividad económica no serán tan positivos en marzo.
Pese a ello, contamos con indicadores de opinión que nos pueden ayudar a inferir si el mes pasado fue bueno o no. Algunos de ellos son los indicadores de confianza de los consumidores y de los analistas económicos del sector privado, que en marzo presentaron avances respecto a febrero. En contraste, tanto el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) como el INEGI pronostican un panorama no tan oscuro como se esperaba en meses anteriores, en términos de actividad manufacturera.
En lo que a inflación se refiere, México también se diferencia de Estados Unidos. La Fed ha explícitamente declarado que el balance de riesgos se mantiene inclinado hacia el crecimiento y que las presiones inflacionarias actuales son de corto plazo. Por el contrario, las autoridades monetarias de México consideran que la lucha en contra de la inflación es prioritaria.
A principios de año, el panorama inflacionario mejoró inesperadamente. Sin embargo, vinieron marzo y las vacaciones de Semana Santa y, junto a ellos, una inflación que triplicó las expectativas del mercado. A la inflación en los servicios turísticos se unieron los aumentos de los precios de algunos alimentos y energéticos. Por si fuera poco, viendo hacia adelante, los futuros de los precios internacionales de los commodities no dan señales de un tope; por lo que las expectativas inflacionarias han sido fuertemente revisadas al alza. Por ejemplo, de acuerdo con las últimas encuestas de expectativas levantadas por Banamex y Banco de México, la inflación esperada para este año se ubica en un promedio de 3.98 por ciento, cuando antes era de 3.74 por ciento. Esto quiere decir que, a diferencia de Estados Unidos, México estima que el alza en los precios de los commodities no va a generar efectos fortuitos, sino que, al contrario, podría contaminar el proceso de formación de precios internos, impidiéndole al Banxico recortar la tasa de referencia en el corto plazo. No obstante, el número de analistas que cree que el Banco de México reducirá la tasa de referencia en los próximos meses aumentó considerablemente.
En efecto, la Encuesta de Expectativas de Analistas de Mercados Financieros levantada por Banamex arrojó que 76 por ciento de los entrevistados estima una relajación de la política monetaria, cuando hace un mes ese porcentaje era de 68 por ciento. La intuición económica nos indica una contradicción entre el deterioro de las expectativas inflacionarias y el sentimiento de que la política monetaria deba relajarse. El hecho de que este fenómeno se esté produciendo podría estar indicando que los economistas mexicanos consideran que el desempeño económico de México depende a tan elevado grado del de Estados Unidos que la política monetaria del Banxico debe guiarse por la de la Fed. O bien que, en realidad, la senda inflacionaria a futuro retornará a los rangos de confort del banco central, dándole espacio para recortar la tasa de fondeo en el mediano o largo plazos.
Economistas del sector privado |
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